Keramiká. Materia divina de la Antigua Grecia

Las Apaturias, fiesta seglar celebrada en el cuarto mes del año, impulsaban la vida de los ciudadanos al organizar, entre otras cosas, diferentes ritos iniciáticos: el sacrificio a Zeus, Atenea o Dionisos de una cabra o de una oveja por cada niño varón nacido durante el año, la matrícula de los niños de tres años en el registro de los ciudadanos o la entrada en el grupo de los efebos de los niños que hubieran cumplido dieciséis años. Durante aquellas ceremonias, los adolescentes recitaban poesía y demostraban su buena condición física. La relación entre las escenas que adornan este vaso y aquella fiesta es obvia. El interior de la copa, con la procesión solemne de jóvenes, acompañados de figuras mayores que podrían ser sus padres, ilustraría el paso de los adolescentes al grupo de los efebos. En la parte exterior, en una de las caras, un músico encabeza un cortejo de hombres y en la otra cara se desarrolla una escena de palestra.
Los Juegos Panhelénicos de Delfos, además de las competencias gímnicas, incluían concursos musicales. Las dos caras de esta ánfora están adornadas con escenas complementarias: un concurso deportivo y otro musical. El pedotriba vigila a los dos jóvenes: el discóbolo a punto de lanzar el disco y el atleta arrodillado levantando dos pesas que servían de balancines durante el salto. Junto con la carrera simple, el lanzamiento de la jabalina y la lucha, aquellas pruebas formaban el pentatlón. La escena, al igual que todas las competiciones, se celebraba al aire libre, como lo indica el árbol pintado en el campo. En la otra cara, el músico, en el centro de la composición, toca la cítara de siete cuerdas entre dos hombres, sin duda los jueces.
Los Juegos Panhelénicos de Delfos, además de las competencias gímnicas, incluían concursos musicales. Las dos caras de esta ánfora están adornadas con escenas complementarias: un concurso deportivo y otro musical. En esta cara el músico, en el centro de la composición, toca la cítara de siete cuerdas entre dos hombres, sin duda los jueces.
En la mitología griega, Adonis reparte sus favores entre Afrodita en la tierra y Perséfone en el mundo de los muertos. A finales del verano, las mujeres celebraban su muerte y resurrección, evocando así el ciclo de la vegetación. Componían jardines efímeros de granos y retoños, destinados a crecer y a marchitarse a los pocos días en el techo. Luego los disponían alrededor de pasteles, frente al umbral de la casa, con estatuillas de Adonis, Afrodita y Eros. En este fragmento, una mujer sentada en primer término esboza un gesto de aflicción, señal de luto. Detrás, otras mujeres que cargan cajas y un plato que contiene frutas o granos, suben por una escalera para acceder al techo. Arriba se divisa a un pequeño Eros.
La tríada delia reúne a Apolo, a Leto y a Artemisa y su madre. Hace referencia al nacimiento de los gemelos divinos en la isla de Delos. Hera, celosa de Leto, embarazada por Zeus, había prohibido en todos los lugares de la Tierra que se le diera asilo. Sólo la pequeña isla errante de Ortigia aceptó acoger a Leto, permitiéndole que diera a luz a sus hijos. En recompensa, la llamaron Delos, «la brillante». Apolo se encuentra en el centro del cuadro. Viste una larga túnica bordada, cubierta de un himation. Toca la cítara ayudándose con un plectro. Dos mujeres lo rodean. Ambas están flanqueadas por ciervas y aspiran el aroma de una flor que llevan en la mano. Tradicionalmente, se identifica a la mujer de la izquierda, que viste un chiton y un himation, como a Leto. En cuanto a la mujer de la derecha, vestida con un peplo, sería Artemisa. A la izquierda está Hermes.
En una cara de esta ánfora, una mujer está sentada en un columpio entre dos hombres drapeados. Un niño, representado según las convenciones del arte arcaico como un adulto en miniatura, aparece con una de las cuerdas del columpio en la mano, no se sabe si para empujarlo o para detenerlo. Esta escena de costumbres puede parecer anodina pero evoca el ritual de las aioras que los griegos celebraban durante las fiestas de las Antesterias y que procede de un mito dionisíaco. Dionisos revela el cultivo de la vid y el consumo del vino al pastor Icario, quien a su vez inicia a los pastores áticos. Éstos, embriagados por la bebida y creyéndose prisioneros, lo matan. Su hija Erígone se ahorca desesperada. A partir de entonces se presentan numerosos suicidios de mujeres jóvenes y sólo el rito de la aiora, que evoca de modo simbólico el balanceo de los cuerpos y de las cuerdas, le pone fin a esta tragedia.
El lébès gamikos es una especie de vaso con base que se ofrecía de regalo en el momento de la boda. Las escenas que lo decoran se relacionan con su función, pero a veces cuesta diferenciar entre la escena de los preparativos de la novia en el gineceo y la escena de la entrega de los regalos al día siguiente (las epaulia). Ahora bien, la presencia de dos hombres jóvenes drapeados significa que en este vaso se representa el tercer día de la boda. Se aprecia la nueva morada de la recién casada, simbolizada por la presencia de una columna. Sentada en el centro en un klismos (silla con respaldo), la esposa recibe los regalos de sus amigas, cuyo cortejo anda alrededor de la pila. Entre los regalos hay dos lébès gamikos, uno de los cuales está en el regazo de la recién casada, arquillas, vendas y una canasta. En el pie del vaso, otras cuatro mujeres traen regalos.
Esta asamblea divina, casi completa, reúne a ocho de los doce dioses olímpicos conocidos. Se les identifica gracias a sus atributos.
Las Antesterias son una fiesta en homenaje a Dionisos Limnaios. Al segundo día, durante las Choes, había un concurso de borrachera. Cada persona, libre o esclava, tenía su ración de vino en un chous que podía contener hasta tres litros. Al toque de una trompeta, todos empezaban a beber, y ganaba el primero en tomarse todo el licor. Los niños que ya habían cumplido los tres años participaban en ellas con un vaso diminuto. Las Choes, así como el nacimiento, la efebía y el matrimonio, forman parte de las etapas de la vida. Numerosos oinochoes en miniatura se depositaron en las tumbas de los niños. En este pequeño vaso se ve a un niño jugando o participando en rituales relacionados con la fiesta de las Antesterias. Cabalgando en un juguete de rueditas, es representado delante de un altar de piedra decorado con volutas y puesto delante de un hermes. Este pilar, contrariamente a las costumbres y aludiendo quizás al contexto de la escena, tiene los rasgos de un muchacho joven.
Esta crátera representa el principio de la tercera parte de la Orestíada, de Esquilo (458 a.C.), Las euménides. La escena ocurre en el santuario de Apolo en Delfos. Orestes, sentado en un altar, sujeta la navaja con la que acaba de matar a su madre, Clitemnestra, con el fin de vengar a su padre, Agamenón. Detrás de él, el dios Apolo lleva una rama de laurel y purifica a Orestes rociándolo con la sangre de un cerdo. A su lado, vestida de cazadora, Artemisa presencia la escena. A la izquierda, la sombra de Clitemnestra, con la cabeza velada, intenta sacar de su sueño a dos Erinias o Euménides, las divinidades de la venganza. Abajo, una tercera Erinia surge del suelo para participar en la escena.
La escena representa el combate de Heracles contra Cigno, hijo de Ares y bandolero sanguinario que atemorizaba a los viajeros, quien provoca la ira de Apolo al matar a dos peregrinos que se dirigían hacia Delfos. Furioso, el polifacético dios le encarga a Heracles que lo mate, lo que hace el héroe en un duelo. La leyenda dice que Ares intentó vengar a su hijo pero Atenea, la protectora de Heracles, desvió la lanza del dios. Los cuatro protagonistas del relato se representan aquí: Heracles –reconocible por la piel de león– pelea contra Cigno, a quien ha cogido del casco. Atenea y Ares están situados respectivamente detrás de sus protegidos. Tan sólo el contexto mitológico permite reconocerlos. Atenea no lleva sino una lanza y Ares es representado como cualquier hoplita más.
En una cara de esta pequeña ánfora, el pintor de Diosfos representó un episodio de la Ilíada, de Homero: los dos genios alados, Hipno (el Sueño) y Tánato (la Muerte), levantan el cuerpo de Sarpedón, hijo de Zeus, matado por Aquiles durante la guerra de Troya. Hipno y Tánato, llamados por Zeus para devolver el cuerpo de su hijo del campo de batalla a su patria, Licia, visten de guerreros (cascos, corazas, cnémides y espadas). Se resalta la juventud de Sarpedón con la ausencia de barba y su largo cabello. Su cuerpo desnudo y tenso presenta rastros de heridas. Tiene los brazos desarticulados. Encima del cadáver se eleva una pequeña figura alada y armada, volteada hacia el difunto. Se trata del eidolon del héroe, que simboliza su alma en el momento en que abandona el cuerpo.

Details: Last Updated: 11 February 2014; Hits: 32234

Elaboración de vasos áticos

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Vasos griegos

La abundancia de la cerámica pintada, una especialidad griega, explica su lugar en la vida cotidiana: los vasos griegos están omnipresentes tanto en los contextos domésticos y profanos, como en los espacios culturales (el santuario o la tumba). Ofrecen una visión coherente de la vida religiosa en la Grecia antigua.

Las obras en la exposición abarcan la época geométrica (siglo VIII a.C. al siglo II d.C.). Cinco mármoles ilustran el arte del relieve y del alto relieve. Los vasos dan cuenta del rico repertorio de formas y de la variedad de las técnicas pictóricas. La forma más representada es la crátera –el vaso más común de la cerámica griega antigua–, en el que se mezclaban vino y agua, según la práctica refinada del buen beber al modo griego. La variedad de los tipos – con pequeñas columnas, en cáliz, etc. y en campana etc. – y la presencia de formas con la misma función, como el stamnos expresa la importancia del banquete en la sociedad griega. Los vasos para recoger líquidos, el oinochoe y el olpé se utilizan para ofrecer el vino. La serie de oinochoe miniaturas, encontradas principalmente en tumbas de niños, se reservaba para infantes de al menos tres años, con el fin de que probaran el vino nuevo durante la fiesta celebrada en Atenas en honor de Dionisos. En este contexto específico, servían de vasos para beber; entre ellos se cuentan las copas áticas, unas de las más bellas creaciones de la cerámica griega.

Los vasos para perfumes constlekyton otra categoría mayor, difundida en la cuenca mediterránea. Antes de que el lekyto ático, etc. –cuya producción masiva comenzó hacia el 540– desplazara las producciones coexistentes, los clientes disponían de una rica gama de frascos, parcialmente representados en la tumba de Eleonte por la anforisca, el lydion y el cothon. El lagynos es una típica forma de la época helénica.

En cuanto a las técnicas pictóricas, estas evolucionaron a lo largo del tiempo: la silueta se utiliza en la época geométrica y se lleva a ciertos vasos pobremente decorados en los siglos VI y V, el dibujo característico del siglo VII persiste en los rostros femeninos durante un largo periodo, y vuelve a estar de moda en el siglo V para algunas categorías de fondo blanco; la técnica de las figuras negras aparece en Corinto en el siglo VII y conquista en el siglo VI lo esencial del mundo griego; las técnicas de las figuras rojas, inventadas en Atenas
hacia el 530-520, se imponen ampliamente en los siglos V y IV, y son apreciadas por los griegos de Occidente, instalados en el sur de Italia y en Sicilia, durante largo tiempo.

La technique de fabrication des vases grecs

Dans l’Antiquité, les potiers et les peintres grecs procédaient en plusieurs étapes pour élaborer une céramique de qualité.

L’argile et sa préparation par le potier :

Les argiles utilisées pour la fabrication des vases grecs étaient fines et possédaient des propriétés différentes. L’argile de Corinthe riche en calcium conservait sa couleur claire (beige-jaune) après la cuisson, et dès le deuxième quart du VIe siècle av. J.-C., les peintres corinthiens appliquaient parfois un lavis orangé (miltos) pour imiter la couleur de l’argile attique. C’est l’oxyde de fer contenu dans l’argile d’Athènes qui lui donne cet aspect rouge-orangé. Après extraction des carrières, l’argile était nettoyée dans de l’eau afin d’éliminer les débris minéraux et végétaux qui pouvaient provoquer des craquelures au moment de la cuisson. Elle était ensuite mise à sécher longuement puis malaxée pour obtenir une meilleure plasticité du matériau.

Mise en forme du vase par le potier :

Le potier façonnait le corps du vase au tour de potier (apparu au Proche-Orient à la fin du IVe millénaire) puis réalisait les différentes parties (anses, pied…) et les soudait au vase avec de l’argile délayée (la barbotine). Dans certains cas (c’est vrai de certains lécythes), le pied et la vasque étaient tournés à partir du même bloc d’argile. Le vase était ensuite mis à sécher et poli pour faciliter l’application du décor.

Réalisation du décor par le peintre :

Pour réaliser le décor du vase, le peintre appliquait ce que l’on appelle à tort le « vernis noir », constitué de la même argile que celle du vase et qui prenait son aspect noir métallique pendant la cuisson. Pour la préparer les artisans la laissaient décanter dans de l’eau avec de la potasse, et ne prélevaient que les fines particules en suspension pour réaliser le décor du vase.
A l’époque géométrique (IXe-VIIIe s av. J.-C., les personnages étaient notés par une simple silhouette. Dans la technique des figures noires, inventée à Corinthe au début du VIIe s av. J.-C., les silhouettes étaient peintes en noires et les détails internes incisés à la pointe. Dans la technique des figures rouges, inventée à Athènes vers 530 av. J.-C., le procédé est inversé : les figures sont réservées et les détails réalisés au pinceau. Des rehauts de rouge (argile et oxyde de fer) et de blanc (argile primaire) pouvaient être appliqués avant cuisson. Pour la technique du fond blanc le vase est recouvert d’un engobe blanc et le dessin est réalisé au trait.

Cuisson par le potier:

La technique de cuisson des vases attiques et la transformation chimique qui en résulte a été découverte par des chimistes modernes. Les vases étaient placés à l’intérieur d’un four et la cuisson se déroulait en trois étapes :
1-les évents étaient ouverts (atmosphère oxydante), la température atteignait 800-900° et le vase devenait rougeâtre ;
2- les évents étaient fermés (atmosphère réductrice), un ajout de bois vert provoquait un dégagement de fumée, la température montait à 950°, le revêtement se vitrifiait et le vase devenait gris noir ;
3- les évents étaient rouverts (atmosphère oxydante), l’oxygène pénétrait la partie réservée et poreuse qui reprenait sa couleur orangée et le « vernis noir », imperméable à l’oxygène grâce à l’ajout de potasse, restait noir et brillant.

Articles

Formas y usos de los vasos griegos